Estamos tan sumergidos en la rutina y lo cotidiano que perdemos la capacidad de asombro, y solo reaccionamos ante aquellas cosas negativas que a diario nos cuentan o que vivimos.
Hace unos días mi hermana regresó a España, eran 9 horas de vuelo desde Colombia hasta Madrid; y justo cuando ya el avión echó a andar, se detuvo y volvió a estacionarse, porque tenía un daño que debían arreglar; así estuvo hasta que despegó a su destino… Pero saber eso nos mantuvo en ascuas todo el tiempo, hasta que supimos que aterrizó bien, sin más contratiempo. Entonces sentí la profunda necesidad de agradecer mucho a Dios por eso, a la vez que pensé: ¿Cuántos aviones no aterrizan todos los días sin ningún contratiempo y no le prestamos atención, y mucho menos lo agradecemos? En cambio, cuando un avión se estrella, sale por todos lados la noticia y renegamos, buscamos culpables y nos llenamos de mucho miedo. El que el avión llegará bien, con 9 horas de vuelo y muchas de ellas sobre el océano, es realmente un milagro, y algo con lo que Dios nos demuestra su amor todo el tiempo. Así te puedo mencionar muchos milagros que pasan en todo momento, cerca y lejos de nosotros; pero como es lo cotidiano, suponemos que eso es lo que debe ocurrir, y ni siquiera nos sentimos afortunados por ello.
Quienes vivimos a la orilla del mar, se nos olvida que ahí está; mientras que hay muchas personas que tienen como mayor sueño, poder conocerlo. Los sanos, no son conscientes del milagro infinito que es el cuerpo humano, con todo lo que siente y experimenta. Sólo los quienes hemos superado alguna enfermedad o diagnóstico, agradecemos el hecho de tener salud y seguir viviendo.
El llegar a tiempo a nuestro destino, después de muchos contratiempos; el lograr alcanzar una meta, el sanarse de una enfermedad terminal, el conseguir algo que no todos pueden o tienen, el simple hecho de ser sobrevivientes de COVID, todos eso son milagros que a diario suceden y no nos damos cuenta de ello.
Hoy, por ejemplo, veía la noticia de una niña con una enfermedad huérfana, que necesitaba un medicamento el cual su seguro no le proporcionada, pero que era muy necesario para sus dolores; lo que me hizo pensar en mi condición y en mis dolores, pero hasta el momento y después de todo lo que pasé en mi segunda cirugía, aunque tengo dolores fuertes, los manejo con un analgésico de los que venden en las droguerías, y eso no es suerte, es parte de los milagros que a diario suceden.
A la humanidad le es más fácil decir, “tuve suerte”, que “soy bendecido”. Nos cuesta creer que las cosas buenas son la expresión de amor de Dios en todo momento; pero nos es más fácil reclamarle o dejar de creer, cuando las cosas no salen como queremos.
Hoy también nació mi sobrino y me asombró demasiado, todavía no dejo de pensar que hace unos días estaba en el vientre de su mamá y hoy es un bebé con los ojos bien abiertos al mundo. En él contemplo el milagro de la vida.
A veces somos testigos de cómo cada cosa pasa para ponerse en su lugar; a veces se rompe y se pierde sin explicación, de hecho, hay momentos que lo que pedimos, no sucede; con el tiempo he aprendido a creer y pensar que cuando no tenemos las respuestas de esos porqués o para qué que gritamos al cielo, es porque la razón es que Dios nos ama enormemente, y lo único que debemos hacer, es agradecer.
No hay que ocultar las malas noticias, ellas nos hacen ser conscientes de la realidad, para que, en nuestro proyecto de vida, esté el saber transformar todo lo que está mal; pero seríamos más esperanzados y agradecidos, si también se compartiera con el mundo, todas las cosas buenas que están sucediendo a nuestro alrededor, aunque a veces no nos sorprenda, porque las vemos como lo cotidiano del día a día. Algo sé, si somos perseverantes en el descubrir y compartir las buenas noticias, vamos a estar abiertos a recibir las bendiciones que Dios nos quiere dar, y también seremos de los que quieran agradecer y a la vez compartir todas las buenas noticias que a diario nos suceden.
Con las malas noticias que se comparten todos los días, está pasando algo; ya muchas personas se están acostumbrando a ser espectadores que creen que es normal, eso malo que sucede. Por eso lo mejor que podemos hacer, es volvernos a asombrar y agradecer todo lo bueno que nos pasa y que es realmente un milagro.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario