Las personas con enanismo o ADEE, podemos hacer lo mismo, pero diferente.
Desde pequeños hemos aprendido que mucho de lo que hacemos requiere un esfuercito de más; desde las cosas más sencillas como abrir una puerta o alcanzar algo que para cualquier persona talla promedio, requeriría el único esfuerzo de levantar la mano; pero para nosotros sería un poco más de esfuerzo físico mientras nos subirnos a un banco o utilizamos algún otro objeto para ayudarnos.
¿Cuántos de nosotros al ir por la calle caminando con su familia o amigos, no da tres pasos mientras ellos dan solo uno? ¿Y qué decir de nosotras las mujeres, cuando acudimos a un baño público?, todas las maromas que tenemos que hacer para no sentarnos, cuidar nuestra higiene, asearnos, tratando de no tocar nada.
Nuestra vida diaria es un constante deporte extremo; las barreras arquitectónicas y mobiliarias que encontramos en todos lados, nos lleva a estar todo el tiempo escalando, ya sea al querer subir a un bus, a un carro, a una silla de bar o a cualquier otro mueble demasiado alto; también a la hora de tomar las escaleras, literalmente nos lleva a hacer alpinismo; sin dejar de mencionar lo creativos que debemos ser en los supermercado, cubículos y mostradores de diferentes dependencias.
Esto y más, son algunas de las muchas circunstancias que hacen parte de nuestra rutina de cada día y que requieren de parte nuestra, de un esfuercito de más que se convierte en ventaja cuando nos permite desarrollar otras destrezas, que nos ayudan a ir fortaleciendo el ingenio, el espíritu, la creatividad y la voluntad; permitiéndonos creer que todo lo que queramos hacer lo podemos realizar, a nuestro modo y en nuestro tiempo, con ese esfuercito de más.
Ahí es donde compruebo que en ese ejercicio del diario vivir, vamos aprendiendo a sacar ventajas de las desventajas; a la vez que reafirmo, que toda persona que acepte y asuma en paz su fragilidad, aprende a buscar dentro de sí misma todo lo que tiene y puede usar como fortaleza, para no estancarse, ni dejar de luchar. Esto es común en cualquier persona que tenga una discapacidad.
Ese esfuercito de más, también lo hacemos en nuestra vida profesional; porque en el afán de estar siempre a la altura de las circunstancias, nos autoexigimos demasiado; ya que somos conscientes que aún en estos tiempos, hay personas que miden y juzgan lo que ven de acuerdo con el tamaño, color y apariencia de la persona; lo que puede llegar a ocasionar que un error que cometamos podría ser visto más como incapacidad que como un error humano.
No quiero generalizar afirmando que eso suceda con todos; pero sé que tampoco estamos exentos a tropezarnos en el camino con ese tipo de miradas, que aún miden todo por las apariencias. Pero de algo si estoy segura, y es que ese querer darlo todo de nosotros mismos, en lo que hacemos, aun haciendo ese esfuercito de más; no es para ganar aprobación de nadie, sino para hacer realidad nuestros sueños y estar siempre a la altura de cualquier circunstancia.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario