Esa es una pregunta que en algún momento de nuestra vida todos nos hacemos, más aún cuando hemos concluido una meta o llegado hasta cierto punto en la que debemos tomar nuevas decisiones hacía dónde ir y continuar.
Como maestra sé que, para las generaciones de ahora, es más difícil tomar esa decisión, sobre todo por la cantidad de opciones que existen y por el miedo de equivocarse.
En mi caso, tardé 5 años después de concluir el colegio, para saber qué era lo que realmente quería, porque después de tantos cambios, realmente no me conocía, no sabía que quería estudiar, tenía miedo de ir a la universidad, no quería caer en una rutina de horarios que lo cual nunca me ha gustado, y tantas otras cosas de las cuales no tenía ni idea. Reconozco que unas de mis más grandes debilidades son la falta de perseverancia, querer hacer muchas cosas al tiempo y no concluirlas, mi TDA y soñar tanto que al final no saber qué es lo que quiero.
Mi primera opción fue la música, venía tocando el piano de oído, así que me visualicé tocando, siendo independiente o enseñando; pero fui a la escuela de música y no me gustó, así que luego de dos clases, desistí de ella. Después, tomé clases de guitarra y piano, la primera la estudié durante un año, pero la abandoné por la tonta excusa de que no me daban los dedos de mis manos para hacer los acordes; y en cuanto al piano, preferí aprenderlo de oído en vez de notas y pentagramas.
Pero Dios ha sido grande conmigo y me dio la oportunidad de trabajar inmediatamente me gradué. Primero estuve un año colaborando en mi colegio en tareas varias, entre ellas el coro; y al año siguiente, ingresé al colegio donde estudiaba mi hermana, de una manera más formal como secretaria auxiliar; lo que me sirvió para aprender de secretaria, computación y hasta organización y manejo de una Biblioteca escolar. Estando ahí, vi la posibilidad de ser maestra y quise serlo, así que inicié mis estudios en la universidad a distancia, en la modalidad semi presencial, para poder trabajar y estudiar. Pero mi satisfacción personal más grande, era que, de los cuatro hermanos, yo era la única que estudiaba y trabajaba, por tanto, me pagaba mis estudios.
Seguí practicando piano, tocaba en la Iglesia, tenía un coro de señoras para la misa y otro de niños para Navidad. Mientras trabajaba en secretaria y estudiaba mi Licenciatura en Básica Primaria; hasta que me gradué y me dieron la oportunidad de dar clases, dejando la secretaría y dedicándome de lleno a la docencia.
Descubrí que, aunque no me gustaba estudiar de manera formal, me animaba más ser autodidacta, investigar, aprender, leer por mi cuenta de lo que me llamaba la atención. Tal vez porque me estresa la rutina, soy inconstante y me aburro de las cosas fácilmente; lo cual entendí cuando siendo adulta descubrí que tengo TDA (Trastorno del déficit de atención).
En mis tiempos, era muy difícil encontrar referentes con ADEE que tuvieran una carrera profesional diferente al espectáculo; y los poco que aparecían, se encontraban en países como EEUU y Europa donde existen más oportunidades y políticas para las personas con discapacidad, que en Colombia.
Mientras cursaba mis estudios universitarios, perdí a mi padre, que era la persona que me inspiraba e impulsaba en mis sueños; para mí fue triste el hecho de que no pudo verme como profesional, pero me quedó la satisfacción que me dejó trabajando y estudiando para poder serlo; lo que me hace sentir más que segura, que segura que se fue al cielo tranquilo de verme encarrilada, soñando con los pies en el suelo.
Para el año 1996, impartí mi primera conferencia, aunque en ese tiempo lo llamaba “testimonio de vida”; la oportunidad se dio ante un grupo de jóvenes cartageneros, en una escuela de liderazgo; fue tan emocionante y gratificante, que desde ese momento no me detuve en ello; recibí toda clase de invitaciones a colegios, parroquias, empresas, hospitales, entre otros. Mi primera conferencia la llamé: ¿Cómo crecer? ¡Súbete a la Silla!
Para el año 2000, el internet empezó su boom, y tener acceso a él, me permitió conocer más de mi condición y empezar a buscar personas para crear una red de amistad y a la vez de apoyo.
En ese tiempo ya escribía, lo hago desde siempre; pero empecé a darle sentido a mis letras con reflexiones inspiradas en mi experiencia de vida, las cuales compartí en internet y se dieron a conocer entre muchas personas relacionadas con la ADEE en varias partes del mundo, convirtiéndome en la primera referente en Colombia que salió a la luz y que fue conocido por otras asociaciones como ALPE de España, ZOE de Argentina, Acondroplasia Uruguay, y ASPPE (Asociación de personas pequeñas de Perú), hasta que en toda esa búsqueda, encontré a la APGC (Asociación pequeños gigantes de Colombia) en el año 2005 y me inscribí en ella, convirtiéndome en parte de su equipo.
En los años 2006 y 2007, di mis primeras conferencias con Pequeños Gigantes, en el 2007 salí por vez primera en un programa de Televisión, ya había salido en artículos de periódicos y revistas tanto físicos como virtuales. En el 2008 viajé por vez primera a Argentina, invitada por la Fundación GEISSER (De enfermedades raras) y ZOE de personas con enanismo; en el 2009 participé como conferencista en un congreso de FECOER (Federación Colombiana de Enfermedades Raras), en el 2010 fui invitada por ALPE a su Congreso Internacional en torno a la acondroplasia, en el 2011, fui invitada a Don Francisco a su Programa Don Francisco Presenta y viajé dos veces a México invitada por la fundación De la Cabeza al Cielo en pro de las personas con ADEE. Pero independiente a eso, en todos esos años, fueron muchas las charlas, talleres y escritos que surgieron y se dieron… En todo ello, encontré el “Para qué” de mi vida, que tanto estuve buscando.
Conocí muchas personas con ADEE; acompañé a padres de familia y cuidadores; he visto niños nacer y crecer, tambien a muchos jóvenes y adultos, que, como yo, buscaban su para qué, y entendí que hay mucho por hacer y que podemos ser lo que queramos ser, simplemente hay que creer en todo lo que somos y tenemos, para lograrlo y vivir a la altura de cualquiera circunstancia que encontremos.
La familia es la principal fabricadora de sueños, es importante acompañar a los hijos desde niños, ayudándoles a descubrir y fortalecer sus aptitudes, darles seguridad, mostrándoles siempre un abanico de muchas posibilidades, donde tengan la oportunidad de elegir, y sobre todo saber y creer que lo que quieren, lo pueden lograr ser y hacer. En las escuelas se apoya mucho estos procesos con la orientación profesional, no está de más hacerlo externamente con ayuda psicológica si es necesario.
Hoy en día existen muchos referentes de personas con ADEE, que son profesionales, deportistas, padres de familia, modelos, artistas, científicos, maestros, diputados, voceros, luchadores por nuestra dignidad y derechos; y esa es una ventaja grande que tienen las nuevas generaciones, porque pueden encontrar modelos que los inspiren en la búsqueda de sus sueños.
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