jueves, 21 de diciembre de 2023

1. DIOS NO SE EQUIVOCÓ

Soy católica de nacimiento, por crianza, educación y convicción. Mi fe ha pasado por muchas transformaciones y deformaciones, he creído, he dejado de creer, me reconcilio con Dios, peleo con Él, le he puesto muchos nombres que nos acercan, llevamos una relación de subidas y bajadas, pero por sobre todas las cosas nos amamos profundamente, Él lo sabe y yo también, y nos lo demostramos de muchas formas, cada uno a su manera… Pero en todos esos procesos evolutivos y circunstanciales de mis creencias, siempre llego a lo mismo: Dios nunca se equivoca y conmigo no se equivocó.
Desde niña me han hablado del hermoso relato de la creación que aparece en el libro del Génesis; en el cual podemos apreciar cómo al final de cada día, se lee: “Y vio Dios que era bueno” …
Así, cuando habla de la creación del hombre, expresa:
“Dios dijo: «Hagamos al hombre a nuestra imagen, según nuestra semejanza; y que le estén sometidos los peces del mar y las aves del cielo, el ganado, las fieras de la tierra, y todos los animales que se arrastran por el suelo». Y Dios creó al hombre a su imagen; lo creó a imagen de Dios, los creó varón y mujer. GEN 1, 26-27.
Por tanto, podemos decir que somos imagen y semejanza de Dios, que en cada uno de nosotros está su perfección; que desde antes de nacer nos soñó y nos amó; y esto no es producto de mí imaginación; también aparece en la Biblia, en el Antiguo Testamento, más adelante en el libro de Jeremías, donde revela como desde siempre nos ha soñado y nos crea con un propósito especial.
«Antes de que yo te formara en el vientre de tu madre, ya te conocía. Antes de que nacieras, ya te había elegido para que fueras un profeta para las naciones». JER. 1,5
Pero el mundo entero se ha inventado moldes y modelos para definir lo que considera normal y anormal; la misma ciencia discrimina aquello que rompe sus estereotipos y habla de malformaciones, anomalías, condiciones y enfermedades, todo lo que no encaja en sus diagnósticos, ni en la sociedad. Por eso, los padres que esperan un hijo siempre rezan, piden y añoran que “venga bien”, que “sea normal”. Lo que ocasiona frustración, impotencia, decepción, miedo, culpa y hasta enojo con Dios, si ese bebe no da respuesta a esas peticiones.

Sé y soy consciente que nacer con una condición física puede ser preocupante por todas las complicaciones de salud que puede haber y los prejuicios sociales; todos quieren hijos sanos y felices, que no vengan a sufrir, ni a enfrentar situaciones complejas, con tratamientos, cirugías, medicinas, etc. Es apenas humano desear y rezar por y para eso. Pero lo importante es entender, asumir y aceptar con fe y paz, que Dios no se equivoca, no castiga, no es un dios cruel que manda pruebas de amor, permitiendo que nazcan personas enfermas. Ese no es el plan de Dios.

La ciencia podrá dar explicaciones precisas de lo que pasó, habrá teorías, definiciones, hasta lógica. Pero más allá de todo eso debemos tener la certeza de creer que todos hemos sido creados con un propósito. Entender, reconocer y apropiarnos de eso, es el primer paso para vivir a la altura de las circunstancias. Sentirse parte de ese proyecto de amor, siendo padre, madre, hermano, amigo de cada persona, siendo como es, y vernos a nosotros mismos como obra suya, es lo que le da sentido a los sin sentidos que encontramos en la vida.

No sé qué quieras creer, pero esto es lo que creo y es lo que marca cada uno de los pasos que doy, cuando busco, me pierdo, me rompo, me reinvento, caigo o me levanto y quiero estar a la altura de las circunstancias, vuelvo al amor primero, a ese que me tuvo Dios cuando me soñó y me creó, es ahí donde se transforma mi mirada y veo todo con los ojos del Creador.

Kary Rojas (Viviendo a la altura de las circunstancias)



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