¿Has visto una estrella?
Todos necesitamos de una estrella que nos guie en el camino y nos conduzca ante lo que Dios tiene para cada uno de nosotros en la vida.
Necesitamos una estrella que nos ilumine en las noches y los momentos de oscuridad que vivimos; para no tener miedo y poder ver que siempre hay algo y alguien por quien seguir y vivir.
Cuántas veces hemos mirado al cielo, contemplando su grandeza, dejando escapar un suspiro o simplemente elevando una oración y tratando de descubrir en una estrella, la respuesta o el camino.
La epifanía es la manifestación de Dios que se deja conocer y encontrar; no impone ni obliga a nadie, pero tampoco ignora nuestra necesidad de descubrir y vivir el amor, por eso nos regala una estrella que nos encienda la esperanza y nos abraza con su luz.
Dice la Palabra (Mt 2,1-12) que cuando los reyes vieron la estrella, se llenaron de alegría.
Esa es lo que experimentan quienes descubren una estrella en su vida.
En medio de la soledad y oscuridad, cuando nos sentimos perdidos, contemplar y seguir la estrella, es aprender a fijar la mirada en las cosas más sencillas y pequeñas, valorarlas, disfrutarlas y agradecerlas.
Las estrellas no sólo se contemplan en el cielo, hay quienes, en medio de sus batallas, hacen de su vida una luz encendida, que en vez de atraer miradas hacia sí mismo, las conduce al cielo para que descubran la verdadera estrella que los acompaña y los guía.
Hay otros que logran aprender a ver la estrella, desde la fe, y así como los reyes, experimentaron la alegría y la paz que da el contemplar lo que el mismo Dios nos quiere revelar.
Pensemos: ¿Ya descubrimos la estrella en nuestra vida? ¿Será que somos luz que guía o que encandila? ¿Y con nuestros gestos y palabras, apagamos o encendemos luces? ¿Será que ya encontramos a Jesús y dejamos que su amor inunde de nuestra vida? Y por último; ¿qué regalos le daremos a Jesús en este día? KR
Todos necesitamos de una estrella que nos guie en el camino y nos conduzca ante lo que Dios tiene para cada uno de nosotros en la vida.
Necesitamos una estrella que nos ilumine en las noches y los momentos de oscuridad que vivimos; para no tener miedo y poder ver que siempre hay algo y alguien por quien seguir y vivir.
Cuántas veces hemos mirado al cielo, contemplando su grandeza, dejando escapar un suspiro o simplemente elevando una oración y tratando de descubrir en una estrella, la respuesta o el camino.
La epifanía es la manifestación de Dios que se deja conocer y encontrar; no impone ni obliga a nadie, pero tampoco ignora nuestra necesidad de descubrir y vivir el amor, por eso nos regala una estrella que nos encienda la esperanza y nos abraza con su luz.
Dice la Palabra (Mt 2,1-12) que cuando los reyes vieron la estrella, se llenaron de alegría.
Esa es lo que experimentan quienes descubren una estrella en su vida.
En medio de la soledad y oscuridad, cuando nos sentimos perdidos, contemplar y seguir la estrella, es aprender a fijar la mirada en las cosas más sencillas y pequeñas, valorarlas, disfrutarlas y agradecerlas.
Las estrellas no sólo se contemplan en el cielo, hay quienes, en medio de sus batallas, hacen de su vida una luz encendida, que en vez de atraer miradas hacia sí mismo, las conduce al cielo para que descubran la verdadera estrella que los acompaña y los guía.
Hay otros que logran aprender a ver la estrella, desde la fe, y así como los reyes, experimentaron la alegría y la paz que da el contemplar lo que el mismo Dios nos quiere revelar.
Pensemos: ¿Ya descubrimos la estrella en nuestra vida? ¿Será que somos luz que guía o que encandila? ¿Y con nuestros gestos y palabras, apagamos o encendemos luces? ¿Será que ya encontramos a Jesús y dejamos que su amor inunde de nuestra vida? Y por último; ¿qué regalos le daremos a Jesús en este día? KR
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