Los católicos cada año vivimos el tiempo de cuaresma, tiempo que parte de los 40 días que Jesús vivió en el desierto, preparándose para su Vida pública, su pasión, muerte y resurrección. Pero muchos pasan de largo y no se permiten tomarse tiempo y espacio para reflexionar, orar, volver a casa, perdonar, sentarse a la mesa, despojarse de tantas cosas que colocan distancias con el otro.
Hoy podemos decir, que la humanidad está viviendo a cabalidad este tiempo con todo a lo que nos invita; sin importar en lo que crea o no crea. Nos llegó el momento de volver a casa, de sentarnos a la mesa y compartir, de estar con aquellos que quizás poco estamos, de dejar descansar un poco el planeta.
Hoy todos los lugares públicos están vacíos y las casas están llenas; y muchos se acuerdan que tienen vecinos, y sienten necesidad de salir a los balcones y ventanas para verlos, saludarlos o compartir aún en la distancia, cualquier gesto que nos haga sentir hermanos.
Hoy más que nunca todos extrañamos los abrazos y besos que quizás muchas veces negamos o nos reprimimos, esos que si antes nos salvaban el alma, ahora irónicamente nos pone en peligro darlos…
Hoy es que estamos valorando lo que tenemos y nos estamos dando cuenta que todo el dinero no nos sirve sino puedes salir a gastarlo.
El ayuno se está dando, porque hay que racionar la comida y privarse de muchas cosas de las cuáles gozábamos; y la oración ha vuelto a ser una necesidad porque estamos en tiempos de crisis, en los que muchos han vuelto a creer; hoy aunque algunos piensan sólo en sí mismos; otros estamos pensando en los que están en las calles, en los que necesitan el día a día de trabajo para llevar pan a su casa.
Y como todo en la vida, hay quienes creen que se exagera, que todo, hasta el virus es fanatismo; cada uno especula y cree lo que quiere creer; acusa como en los tiempos de Jesús al inocente, y hay otros que sin importar lo que pase, desobedecen. Pero tarde que temprano, comprenderán, que es justo y necesario tomarnos este tiempo, alejarnos a nuestro propio desierto; aprender a vivirlo, recuperar lo que tenemos y vivir un día a la vez, porque el futuro es incierto.
Hoy hay que aprender a morir y despejarnos de tantas cosas que no sirven ahora, porque lo importante es lo que tenemos en casa; la familia, el pan de cada día, la salud y la posibilidad de enfrentar y superar lo que estamos viviendo.
Que esta Cuaresma vs cuarentena, nos haga renacer a nuevos sueños, nos de nuevas fuerzas y nos permita ser personas nuevas, más justas y humanas. Que el que nos vea, reconozca en nosotros la paz, la fe, la esperanza y la caridad, que se necesita para contagiarla en el mundo y podernos salvar y resucitar.
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Kary Rojas
Maestra, Escritora y Conferencista
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