Es común escuchar o decir: ¡Volveré a mi realidad!
Esto se dice más que todo cuando tenemos un espacio
diferente, un descanso, un viaje, un momento de aquellos que no es común que
vivamos, y cuando debemos volver al día a día consideramos es volver a la
realidad, como si todo lo vivido haya sido una ilusión, un sueño o fantasía…
Pero simplemente retornamos a la rutina, a lo que hacemos
todos los días, a un ritmo marcado por unas tareas y un horario, donde en su
mayoría encontramos a las mismas personas, en la que nos limitamos a vivir y
hacer lo mismo, a eso le llamamos realidad…
Pero cuando te das cuenta que llamas realidad a la rutina, a ese algo que haces mecánicamente a tal punto
que no te das cuenta de las cosas diferentes que pueden suceder; es ahí cuando
existe la necesidad de romper ese ritmo robótico, de atreverse a hacer algo
distinto, algo loco o divertido, algo fuera de lo común, algo que logre
asombrarnos y hacernos sentir al final, que este día fue especial, no fue como
los demás…
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