Y así, con el tiempo nos damos cuenta de que, esa lista que escribimos cada 31 de diciembre con sueños sin piso, propósitos sin pasos y metas sin acciones; las repetimos año tras año; mientras nos comemos las uvas formulando deseos o corremos alrededor de la manzana, con una maleta vacía para ver si logramos emprender el vuelo. Pero después de los 15 primeros días de enero, las dietas se posponen, la maleta se guarda, los viajes se empapelan, las vacaciones se acaban, la rutina llega y volvemos a quejarnos de lo mismo, anhelar lo mismo, a reír y llorar por lo mismo y a decir que enero se hace eterno, pero cuando se acaba, el año pasa volando.
Pero, y si este 31 de diciembre salimos de la rutina y hacemos cosas diferentes: como escribirnos una carta a nosotros mismos y enviarla a nuestro correo con fecha del próximo 31 de diciembre, y, en ella le decimos a nuestro yo del futuro lo que sentimos, lo que queremos superar y lograr, así como nuestro sueño y lo que vamos a hacer para lograrlo... Cuando nos llegue el día y la leamos, podremos darnos cuenta de todo lo que sucede en un año y cómo al final, aunque hagamos muchas cosas de la misma manera, nunca terminamos siendo los mismos que fuimos cuando empezamos...
Por eso, es el momento de que, en vez de salir con una maleta, se programe con ahorros el viaje y le pongamos fecha; y a cambio de querer bajar de peso, desocupemos todas las cargas que llevamos y que tanto nos pesan; y si se trata de amar, es hora amarnos más a nosotros mismos y disfrutar a los que tenemos cerca; también hay que aprender a valorar y aprovechar el tiempo, porque del cielo no caen viajes, ni dinero, ni cosas materiales; solo nos llegan bendiciones y oportunidades que se trabajan en la tierra y se multiplican en la medida que las compartimos y las agradecemos cada día de nuestra existencia. #DICIEMBRE #SUEÑOS #NAVIDAD #PROPÓSITOS #PROYECTODEVIDA
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