
Si tienes síntomas tales como que te da escalofrío la soledad aunque hay mucha gente cerca y a tu alrededor, necesitas cubrirte muy bien de abrazos sinceros y rodearte de una verdadera amistad, que te brinde calor y protección.

Si te invaden pensamientos negativos y las piernas te tambalean cuando intentas avanzar; o si sientes que el miedo se apodera de ti y crees que no podrás lograr lo que deseas alcanzar; urge que te inyectes varias veces en el día palabras optimistas y frases que te recuerden lo mucho que Dios te ama y los dones que a diario te ha sabido regalar; hazlo tanta veces sea necesario hasta que se equilibre tu autoestima y experimentes autoconfianza y seguridad.
Si la opresión en tu pecho te produce angustia y muchas ganas de llorar; si te intoxicas con todo lo que te has de reservar; es necesario que liberes todo eso, encuentres unos oídos que te escuchen, y un alma amiga en la cual reposar; tienes derecho a expresar lo que sientes así tal cual, sin que nadie te juzgue o te mida por ello y mucho menos te vayan a traicionar.
El alma se enferma de muchas maneras, cuando no se alimenta bien, cuando se llena de palabras que le hacen daño, se rodea de personas que la asfixian, o elige vivir situaciones que no son sanas y deforman su esencia, recorrer caminos que la hacen caer, hundirse en el fango, quebrarse en mil pedazos…

Si tu alma se siente enferma, no te olvides acudir al mejor Doctor que puede sanarlo todo con su infinito amor; llámalo con una oración, El es Jesús el Salvador…
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