
Se enciende fácilmente tan solo con el rozar, y llama al que lo mira, para que le intente tocar; parece inofensivo como un niño travieso que solo quiere jugar, pero se vuelve peligroso tanto que una sola chispa suya, puede todo arrasar.
Es buscado por aquellos que anhelan vivir con pasión y encontrar calor, o en quienes contemplando su apariencia multicolor, quieren romper con la rutina y descubrir en la danza de cada flama una aparente sana diversión. Suele ser entretenido contemplar tal show de cómo va tomando fuerza, cambiando de tamaño, haciéndose inofensivo o a veces agresivo, logrando cautivar a quien lo está observando y sin darse cuenta termina con el jugando.
Se aparece a diario por el camino disfrazado de hombre o mujer, amigo o conocido, momento o situación, propuesta o elección, que a simple vista parece que no hiciera daño, y que nos permitiera mantener el control. Viene camuflado de normalidad, donde ya no se sabe que cosas están bien o están mal; y así cualquiera se acerca primero por curiosidad, y ya cuando llega hasta ahí, no se puede apartar, porque todo parece ser más cálido y se siente comodidad.
Muchos creen que con intentar tocarlo o con él jugar, nada ha de pasar; solo sería una vez, o quizás otra más; da igual si nadie se da cuenta, un poco de calor a nadie le hace mal; pero se les olvida que una chispita de candela, fácilmente se propaga y todo puede incendiar; lo que quema el fuego, queda convertido en cenizas que el viento arrasa y por más que lo intentemos, después de incendiado nada no volverá a ser igual.

No arriesgues lo que ya tienes, no hagas cosas buenas que parezcan malas, ni cosas malas que parezcan buenas, es como jugar con la candela, que si te acercas mucho, te quemas.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario