sábado, 11 de febrero de 2023

EL DIOS EN EL QUE CREO

El Dios en el que Creo, no se equivoca; me soñó y creó así tal cual como soy; no me trajo al mundo para demostrarle nada a nadie, El no necesita eso; El me dio la vida para recrearse con cada cosa que vivo y enseñarme a ser feliz con lo más pequeño y sencillo.

El Dios en el que Creo, no lleva cuenta de mis errores, no me ofrece premios ni castigos; El me ama y me bendice como a cada uno de sus hijos; soy yo quien debe aprender a disfrutar de su gracia y bendición, a amarlo y dejarme amar; a buscarlo, descubrirlo y sentirlo sobre todo cuando lo siento más lejos, porque es ahí cuando más cerca está, porque más lo necesito.

El Dios en el que Creo, no condiciona su amor, no rechaza mi fragilidad, no discrimina ni condena mis confusiones y mi humanidad; soy yo que enceguecido por el pecado y sintiendo el rechazo de los jueces humanos, me alejo de Aquel que puede sanarme, repararme y perdonarme con su infinito amor.

EL Dios en el que Creo, no manda la guerra ni las enfermedades, ni mucho menos el sufrimiento, el odio y todo lo que causa dolor. El no es culpable de las injusticias, la pobreza y los divorcios; no es quien causa las guerras, el hambre y tanta miseria que hay en el mundo. Mi Dios es quien consuela a quien sufre con todo eso; envía su Espíritu de amor para que con sus dones, florezcan sus frutos y podamos salir vencedores de todo lo que el mal ocasiona para destruir el mundo que Dios creó.

El Dios en el que Creo, dignifica a la mujer, ama a los niños y a los rechazados; por eso envió a su Hijo, para hacer bienaventurados a todos los que sufren por consecuencia de las injusticias y condenas de la sociedad y aquellos que quieren ser ricos y poderosos, por encima de los demás.

El Dios en el que Creo, se alegra y me espera siempre con los brazos abiertos cuando vuelvo a refugiarme en su amor y perdón.

El Dios en el que Creo, está siempre conmigo, me llena de esperanza y le da sentido a mi vida; sin El nada soy…



domingo, 5 de febrero de 2023

DIOS NO SE EQUIVOCÓ


Soy católica de nacimiento, por crianza, educación y convicción. Mi fe ha pasado por muchas transformaciones y deformaciones, he creído, he dejado de creer, me reconcilio con Dios, peleo con El, le he puesto muchos nombres, llevamos una relación de subidas y bajadas, pero nos amamos, EL lo sabe y yo también, en fín… Pero en todos esos procesos evolutivos y circunstanciales de mis creencias, siempre llego a lo mismo: Dios nunca se equivoca y conmigo no se equivocó.

Desde niña me han hablado del hermoso relato de la creación que aparece en el libro del Génesis; en el cual podemos apreciar cómo al final de cada día, se lee: “Y vio Dios que era bueno” … De este modo, cuando habla de la creación del hombre, expresa:

“Dios dijo: «Hagamos al hombre a nuestra imagen, según nuestra semejanza; y que le estén sometidos los peces del mar y las aves del cielo, el ganado, las fieras de la tierra, y todos los animales que se arrastran por el suelo». Y Dios creó al hombre a su imagen; lo creó a imagen de Dios, los creó varón y mujer. GEN 1, 26-27.

Por tanto, podemos decir que somos imagen y semejanza de Dios, que en cada uno de nosotros está su perfección; que desde antes de nacer nos soñó y nos amó; y esto no me lo he inventado; también aparece en la Biblia, en el Antiguo Testamento, más adelante en el libro de Jeremías, donde le revela como desde siempre nos ha soñado e imaginado, y lo crea con un propósito especial.

«Antes de que yo te formara en el vientre de tu madre, ya te conocía. Antes de que nacieras, ya te había elegido para que fueras un profeta para las naciones». JER. 1,5

Pero el mundo se ha inventado moldes y modelos, para señalar lo normal y anormal; la misma ciencia discrimina aquello que rompe sus estereotipos creados y habla de malformaciones, anomalías, condiciones y enfermedades todo lo que no encaja en sus diagnósticos y también en la sociedad. Por eso, los padres que esperan un hijo siempre rezan, piden y añoran que “venga bien”, que “sea normal”. Lo que ocasiona frustración, impotencia, decepción, miedo, culpa y hasta enojo con Dios, si ese bebe no da respuesta a esas peticiones.

Y sí, sé y soy consciente que nacer con una condición física puede ser preocupante por todo lo que encierra a nivel de salud; todos queremos hijos sanos, que no sufran ni tengan que enfrentar situaciones complejas, con tratamientos, cirugías, medicinas, etc. Es apenas humano desear y rezar por eso. Pero lo importante es entender, asumir y aceptar con fe y con paz, que Dios no se equivoca, que no es un Dios cruel y castigador que manda personas enfermas al mundo a sufrir; que ese niño o niña no es una prueba de amor, valentía y fortaleza, sino que nació con un propósito como todos; diferente y especial, sí, porque todas las creaturas de Dios somos diferentes y únicas, pero a la vez iguales, porque fuimos creados a su imagen y semejanza.

Entender, reconocer y apropiarnos de eso, es el primer paso para vivir a la altura de las circunstancias. Sentirnos parte de ese plan de Dios, para ser padre, madre, hermano, amigo de alguien a quien Dios simplemente pensó y soñó así como es; y verme yo misma como esa obra de El, es lo que ayuda a transformar las miradas del mundo para que aprendan a ver con los ojos del nuestro Creador, que nos amó desde antes de nacer.

La ciencia podrá dar explicaciones precisas de lo que pasó, habrá teorías, definiciones, hasta lógica. Pero más allá de todo eso, la vida es de Dios y Él es el artista que hace única y especial a cada una de sus creaturas, se inspira con ellas y las crea con una misión especial tengan o no tengan una discapacidad, solo que las personas buscamos más razones y porqués, cuando no entendemos lo que pasa.

No es consuelo creer y asumir esto, es la realidad. Dios no se equivoca, no castiga, ni deforma su obra para darle lecciones al mundo; Él es un Dios de amor y todo lo que crea lo hace desde, por y para el amor.

No sé qué quieras creer, pero esto es lo que creo y es lo que le da sentido a mi vida; y en todos los pasos que doy, cuando busco, me pierdo, caigo o me levanto y quiero estar a la altura de las circunstancias, vuelvo al amor primero, a ese que me tuvo Dios cuando me soñó y me creó, es ahí donde se transforma mi mirada y veo todo con los ojos de Dios.

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