EN LA VIDA, SIEMPRE BUSCAMOS ESPEJOS
EN LOS QUE NOS VEMOS,
PARA DEFINIRNOS Y APRENDER A
AUTO CONOCERNOS…
A lo largo de nuestra vida, el concepto que forjamos de nosotros mismos
surge de aquello que percibimos, cuando nos vemos en el espejo.
El primer espejo en el que nos miramos, son los ojos de mamá, nos
sentimos como ella nos ve, percibimos los sentimientos que le brotan desde el
primer momento en que nacemos y en la medida que vamos creciendo.
Si en su mirada hay sobreprotección, nos vemos débiles e incapaces,
dependientes e inseguros…
Si ante una condición especial, a mamá le da miedo o le cuesta aceptar
esta realidad; sus temores se harán nuestros, y nos dará temor vernos en otros
espejos, creceremos con miedos y complejos.
En los ojos de nuestro padre, también tenemos un espejo; si se ha ido
y nunca nos vimos a través de sus ojos, la imagen que vemos de nosotros mismos
siente en el fondo que algo le falta, es inestable y vacía.
Pero si en los ojos de papá, hay amor y orgullo, confianza e impulso;
la imagen que iremos viendo en nuestro propio espejo, será firme, con los pies
en la tierra y la mirada en el cielo.
Y poco a poco, en la medida que vamos creciendo, nos vamos viendo en otros
espejos, en esos que vamos encontrando en los ojos de las personas con las que
vamos coincidiendo; en la familia, en los amigos; la imagen que se va
dibujando, se va complementando, en los ojos de la sociedad, lo que percibamos
en ellos puede afectarnos o tal vez no, si ya sabemos lo que somos, tenemos y
queremos.
Ya cuando nos vemos en nuestro espejo, con nuestros mismos ojos, luego
de irnos descubriendo y forjando de nosotros un concepto; aquello que vemos y
rechazamos en nosotros mismos, eso nos cuesta aceptar en los demás. Y aquello
que valoramos y convertimos en nuestra fortaleza, es lo que nos va a ayudar a
hacer nuestros sueños realidad.
Antes de decirle algo a alguien, de su forma y figura, piensa que tus
ojos son quizás el espejo en el que se está viendo y lo que le digas puede
hacerle bien o mal.
No dependemos del qué dirán, pero si no hemos logrado vernos en el
espejo ideal, podemos vernos simplemente a través de los ojos de alguien más.
Lo ideal es aprender a vernos con los ojos de Dios, y encontrar en
ellos el mejor espejo, porque la imagen que allí descubrimos, es la que nos
permitirá entender el por qué estamos en este mundo.
A través de los ojos de Dios, aprenderemos a amarnos realmente como
somos y no depender de la manera como nos ven los demás.
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