Siempre es bueno
preguntarnos, qué voy a hacer ahora?
Si me equivoqué y
fallé… Qué voy a hacer ahora?
Si se fue o se perdió…
Qué voy a hacer ahora?
Si tropecé o caí… Qué
voy a hacer ahora?
Si algo en mi vida
cambió… Qué voy a hacer ahora?
Con eso que siento…
Qué voy a hacer ahora?
Si me enojé con
alguien que quiero… Qué voy a hacer ahora?
Cuando sucedan esas
cosas que nos rompen un poco la rutina, que se convierten en instantes de los
que vivimos cada día, el recibir una sorpresa, el ganar o perder, el cometer un
error, el acertar, el sentir cosas nuevas… ¿Qué voy a hacer ahora?...
Porque si queremos
movernos, dar pasos y avanzar, nada puede estancarse, y aunque las cosas no
cambien, algo hay que hacer para no detenernos ni quedarnos ahí; porque algo
debe surgir, sin presionar, simplemente fluir, como respuesta, como
aprendizaje, como decisión, como gesto y expresión de lo que hay en nuestra
mente y corazón…
Y si alguien te cuenta algo que ha vivido, no te quedes con una frase de cajón que diga: Lo siento, pregúntale, ¿Qué harás ahora? y ayúdale a pensar en ello...
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