Lo
que más realza el ser humano en los demás, es la apariencia. Porque vivimos de
eso, de lo que vemos, cómo lo vemos y cómo nos ven.
Y
a lo largo del tiempo, sigue siendo lo que se ve, lo que nos lleva a juzgar,
medir, clasificar, discriminar o incluir eso que nos entra por los ojos.
Y
me pregunto: ¿Hasta dónde llega nuestra capacidad de ver? ¿Acaso nos quedamos
solo con la figura, con el maquillaje, con la ropa, con las diferencias que
sobresalen y rompen esquemas de lo que parece ser común, pero que en realidad
es diferente, porque nadie es igual a nadie?
Con
la mirada, aprobamos, desaprobamos, intimidamos, incomodamos, conquistamos,
señalamos, herimos y hasta dañamos.
Con
la mirada, hablamos, transmitimos sentimientos, llamamos o rechazamos; por eso,
dime cómo me miras y te diré qué eres capaz de ver.
¿Qué
percibes a primera vista cuando me ves?
¿Qué
dirías si a ciegas te encuentras con que seré miembro de tu equipo deportivo o
de tu trabajo; que tal vez debas hacer parte de un proyecto que estoy liderando,
o que soy la persona que acude a tu propuesta de empleo?
Algo
si te digo; las apariencias engañan, no es la imagen la que define y tiene la
verdad absoluta de lo que es eso que ves.
No
me hables en miniatura, solo porque mido 1, 20; no limites mis capacidades por
mi apariencia, ni me relaciones con aquello que a primera vista te recuerdo por
los estigmas que existen frente a mi imagen o condición.
No
me veas como algo raro, quizás porque no tengo tus medidas; tu tampoco tienes
las mías y no te veo de otro modo, más que con respeto y naturalidad.
Y
es la mirada de muchos la que logra que algunos recuerden sus diferencias y
empiecen a ver en su camino obstáculos en lo que buscan y sueñan.
Sácame
de tu cuento, cambia ese sentimiento que brota a primera vista cuando me ves,
no me tengas lástima, no supongas que no daré la talla, ni temas que no voy a
poder hacer lo que de mí, esperas. Simplemente concédete y concédeme la
oportunidad de conocerme y verás que no pasará mucho tiempo para que aprendas a
verme como realmente soy; no encontrarás más diferencias que las que todos los
seres humanos tenemos y que nos otorgan un valor especial que a todos por igual
nos regaló el mismo Dios, ese que así tal cual nos soñó, porque para El todo lo
que hizo, cuando lo creó; lo contempló y
vio que era Bueno.
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