Pronunciar una sola palabra puede ser muy difícil o si es por impulso o
con sentimiento, quizás sea muy fácil, pero borrarla luego que se dice es casi
imposible de hacerlo…
Con una sola palabra puedes devolver o quitar algo; puedes romper o
reparar, puedes herir o sanar; por eso
hay que pensar muy bien antes de hablar…
Así mismo sucede con las palabras que son calladas, pueden estar tan
llenas de sentimiento o es tan esperada, que el silencio que se experimenta
ahoga y hasta mata…
Con una sola palabra puedes ganar o perder; puedes encontrar o soltar,
puedes unir o separar, porque la palabra escrita o pronunciada tiene demasiado
poder aunque sea falsa…
Con una sola palabra que digas sin pensar o movida por un sentimiento
negativo, puedes romper un corazón o robarle la ilusión a alguien que no tiene
culpa de lo sucedido…
Con una sola palabra puedes darle vida y dejar fluir un sentimiento, que
se alimenta con palabras llenas de amor que se dicen desde dentro…
Con una sola palabra puedes consolar e iluminar a alguien que esperaba
escuchar esa palabra que le devolviera la esperanza y la paz…
Con una sola palabra puedes orar; con una sola palabra puedes demostrar
quien eres y expresar todo lo que sientes, así no digas más…
Con una sola palabra puedes hacer caer o levantar a alguien más; es tan
delicado lo que se dice que hay que pensar demasiado antes de hablar y sobre
todo ponernos en otro lugar…
Con una sola palabra puedes hacer sonreír o hacer llorar; puedes decir
que si o que no a algo decisivo en tu vida o vital; por eso no hay que hablar
por impulso, sino con la verdad…
No hay que decir lo primero que se ocurre, ni hablar por hablar, no hay
que decir a otros lo que es para alguien más, porque una sola palabra toma
fuerza, depende de quien vengan o a donde llega, aunque sea de muy pocas letras…
Piensa muy bien lo que vas a decir, así sea una sola palabra…
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