
Así es esta condición, no avisa cuando viene toca aún al que jamás lo imaginó, no es castigo ni mucho menos una maldición; es cosa del destino, hace parte del plan de Dios; El muestra su grandeza en aquello que el mundo ve pequeño, El rompe todo patrón que el ser humano se inventó; El elige a los padres a los cuales desea bendecir con el premio mayor.
Todos los seres humanos sueñan con riqueza y fortuna, compran lotería con el anhelo de ganar; mis padres como otros muchos, no buscaban ni pedían nada, solo soñaban un hijo o hija que bendijera su hogar; para ello no compraron ningún billete; Dios quiso premiarlos y por eso los eligió, uno entre veinte mil, ellos fueron los escogidos para cuidar y disfrutar de nosotros, sus más pequeños y grandes hijos. Para muchos esta elección es motivo de sorpresa, angustia, temor y confusión; se sienten vistos y señalados por una sociedad, que se alimenta en la medida que con comentarios y miradas devora y arrasa con los demás.
Ganarse la lotería implica muchas veces, no saber que hacer, cómo gozar y proteger ese tesoro tan valioso que Dios en sus manos quiso poner; se llega hasta experimentar el miedo de equivocarse, elegir el camino errado y hasta llegarlo a perder.

1 comentario:
Hermosas palabras...
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