domingo, 8 de noviembre de 2020

TODO EL MUNDO HABLA DE LO QUE NO SABE...


Todo el mundo habla de lo mismo y sobre todo sin saber de qué está hablando.

Hablamos desde lo que suponemos, desde lo que vemos aún a miles de kilómetros de distancia; lo decimos de tal forma que podemos convencer a mucha gente de que eso qué decimos es la Verdad absoluta; pero en realidad no tenemos ni la más mínima idea de lo que ocurre en realidad; todo porque de lo que más nos gusta hablar no es de lo que vivimos, sino de lo que viven y hacen los demás.

Hablamos de un partido de futbol, siendo espectadores, más no jugadores…

Hablamos de política, con la conciencia vendida y a veces hablamos sin que nos guste la política y sin ejercer el derecho democrático a votar, porque tememos equivocarnos. Preferimos que otros elijan por nosotros y luego ya criticamos a los que nos están gobernando.

Los seres humanos estamos llenas de moralismos inventados y heredados; muchos de ellos se convierten más en juicios que conceptos realmente morales y humanos.

Y es allí donde la injusticia y la deshonestidad toman fuerza; porque nosotros mismos le damos un lugar, cuando hablamos desde nuestra postura y somos incapaces de ponernos en el lugar de los demás.

Es muy fácil caer en eso, porque todos queremos sentir que podemos hablar de lo que todos hablan, aunque no tengamos ni la más mínima idea de que se trata.

Por eso lo ideal es que hablemos de lo que vivimos, y sino queremos hablarlo, porque somos reservados, porque no nos gusta hacerlo público; es mejor que callemos, y si vamos a decir algo, que sea objetivo y constructivo; y que realmente transforme algo para bien a esa realidad de la cual opinamos.

A veces observo lo que pasa y hasta yo misma caigo, hablo de lo que creo que se, de lo que reflexiono, de lo que supongo; pero luego me doy cuenta, que hablo desde lejos, donde todo se ve distinto y donde quizás no estoy viviendo aquello de lo cual opino.

Por eso me digo muchas veces, hablemos de otra cosa, de lo que casi nadie habla, pero que se hace justo y necesario hablar, porque quizás ayuda a renovar la Fe y la esperanza.