SI ME VES, HAY ALGUIEN COMO YO…
En mis tiempos, cuando descubrí que tenía acondroplasia, en un principio, tuve miedo de ver alguien como yo.
Veía a las personas de talla baja en la tv o películas, en los circos o plazas de toros, pero eso que veía no era el espejo en el cual quería verme, porque simplemente quería ser y hacer lo que eran y hacían todos los demás.
La primera vez que vi a una persona talla baja, fue en una fiesta, bailaba como parte de la orquesta, para distraer y animar; pero yo no me aceptaba como era y en ese tiempo, a mis 15 años, me escondí y lo evité, porque no quería ver a nadie igual.
Con el tiempo, ver a personas talla baja, como yo, me llenan de alegría y me animan, porque sé que somos muchos por allí, queriendo sentirnos parte de esta sociedad y de este mundo, pero a la vez con anhelos de encontrarnos en el camino, para vernos sin cohibirnos, porque hemos aceptado y asumido, que aunque somos iguales a todos, nos vemos un poco distintos.
Hoy cuando veo en la calle a alguien como yo, trato de encontrarme con su mirada, para detectar si quiere acercarse o si aún no ha asumido su proceso, de verse con alguien igual, como en un espejo.
Hablando de Alana, ella y yo tenemos una conexión especial, aunque ella aún con su corta edad no sepa lo que es la acondroplasia, creo que viéndome diario, no se sentirá extraña, porque crece al lado de alguien que vive lo que ella vive. Eso le ayudará a sentirse aún más como todos, a no distinguir las diferencias que a veces solo se ven con los ojos, porque lo esencial se ve con el corazón.
Lo más emocionante de los encuentros de personas talla baja, sin importar la patología, es sentirnos todos iguales y diferentes, poder mirarnos a los ojos sin levantar la cara, poder sentir que somos muchos con los mismos anhelos de inclusión e intereses de superación.
Esta es mi Verdad, no sé cuál sea la tuya, pero LA VERDAD es que no hay nada más emocionante y especial, que saber que compartir con alguien como yo y sentir que somos más…