
Así mismo es indescriptible, la paz que se experimenta cuando se es capaz de ofrecer o recibir perdón, porque sabemos que en ello está el enorme paso a la milagrosa reparación y restauración; no existe más alegría para el corazón que la de saber que se ha podido recuperar lo que se creía perdido o se nos regala otra oportunidad para volver a abrazar al verdadero amor o al mejor de los amigos…
Es por eso que cuando el pastor pierde su oveja, deja las 99 para ir en busca de la que está perdida y no regresa hasta encontrarla; porque se vive demasiada frustración y agonía, sentir que perdimos aquello que se nos ha confiado, lo que más hemos querido, lo que tanto hemos cuidado …

No hay dolor más grande que la pérdida, de la verdadera amistad y del amor sincero, así mismo de aquel regalo que alguien especial nos hizo o del objeto material que con tanto esfuerzo y dedicación pudimos adquirir … hasta nos sentimos capaces de renunciar a todo lo demás, como a nuestros egoísmos y nuestra vanidad, vencer los resentimientos, cambiar u ofrecer a cambio algo quizás de mucho más valor material, con tal de recuperar eso que tanto significaba para nosotros y que nos duele demasiado saber que ya no le tenemos más.
Es mágica la alegría que se experimenta al recuperar, restaurar y sanar… cuando por fín se logra el perdón de aquella persona a la que se le falló, cuando se ve regresar ese sentimiento que creímos se perdió… cuando se puede volver a tocar aquello que se nos extravió; en todo ello respiramos profundo, sentimos una gran emoción que nos desprende lágrimas con el sabor agridulce de la reconciliación, reparación y sanación…
Es mágica la alegría que se experimenta al recuperar, restaurar y sanar… cuando por fín se logra el perdón de aquella persona a la que se le falló, cuando se ve regresar ese sentimiento que creímos se perdió… cuando se puede volver a tocar aquello que se nos extravió; en todo ello respiramos profundo, sentimos una gran emoción que nos desprende lágrimas con el sabor agridulce de la reconciliación, reparación y sanación…

No podemos rendirnos nunca en la lucha por recuperar, sanar, reparar, sentir la fuerza para pedir perdón y experimentar tanto amor que sea capaz de perdonar… cuando se logra esa sanación y restauración, cuando sientes que has encontrado lo que creías perdido y ha renacido el sentimiento que pensaste había muerto… experimentas tan alegría, gozo y emoción como la que se vive en el cielo cuando se toma de la mano de Dios aquel que lo había soltado y se había extraviado pero que ahora ha vuelto…
No esperes perder para valorar lo que tienes, no te rindas en reparar ni tengas miedo de regresar, recuerda que Dios cada día te regala una nueva oportunidad… ¡Animo, aún estás tiempo!...
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